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Mi historia con la dieta cetogénica inició en septiembre de 2016. Descubrí esta forma de comer por coincidencia mientras buscaba recetas bajas en carbohidratos. A primera vista, la idea de consumir tanta grasa no me convenció para nada. Al fin y al cabo, siempre nos han dicho que la grasa es terrible para la salud ¿o no?
La curiosidad me llevó a investigar más a fondo de qué se trataba dicha dieta. Busqué fuentes académicas, entrevistas con médicos y libros que resolvieran mis dudas sobre posibles efectos secundarios. La información que encontré me inspiró a probar la nutrición cetogénica y después de meses de investigación, inicié mi proceso. Ahora, no puedo negar que me daba miedo cambiar tan drásticamente mi forma de comer, en especial, porque no lo estaba haciendo con ningún nutricionista. Sin embargo, encontré muchas herramientas que me ayudaron a entender la transcición y a asegurarme de no desnutrirme.
Después de tres años de ser cetogénica, debo decir que nunca me había sentido tan bien. No sólo perdí los kilos que me había subido desde mi llegada a Europa, sino que me siento con más energía y vitalidad. Mi mentalidad cambió y con ésta, mi relación con la comida. Ahora, reeduqué mis papilas gustativas (para que no me pidan tanto azúcar) y soy más consciente de la importancia de conocer sobre los macronutrientes (sin importar que dieta se siga).
Debo admitir que aún hay mucha gente que me pregunta “¿y hasta cuando vas a hacer dieta?”…como queriendo decir: “ya estás delgada, no deberías seguir”. La cosa es que el perder peso es sólo un efecto secundario. La razón que me motiva a seguir siendo cetogénica es mi salud. Esta forma de alimentarse previene enfermedades como la diabetes, problemas con el colesterol, problemas neurológicos, degenerativos etc. Entonces, ¿por qué habría de cambiar mi forma de comer por una dieta alta en carbohidratos (lo que se entiende como ‘normal’), cuando soy consciente que esa es la razón por la que tanta gente está tan enferma en el mundo?
Aún hay mucho por conocer sobre la dieta cetogénica. Por ejemplo, seguir esta forma de alimentación no siginifica que siempre perderé peso. Lo anterior depende de la cantidad de calorías que consuma -como en cualquier forma de comer-, la cantidad de carbohidratos, el tipo de ejercicio que siga etc. Dicho de otra manera, existen varias modalidades de la dieta cetogénica que dependen principalmente de la cantidad de carbohidratos que se consumen. Por esta razón, el llevar una alimentación cetogénica no es necesariamente sinónimo de perder peso. Por ejemplo, existen deportistas y fisiculturistas que siguen una dieta cetogénica y logran mantener sus músculos y tener figuras atléticas.